La iglesia católica estaba profundamente perturbada por los esfuerzos de traducir la Biblia a lenguas vernáculas. La traducción al latín que San Jerónimo completó en el año 406, la Vulgata, era la versión oficial de la Biblia católica. Después del Concilio de Trento (1545-1563), la iglesia, preocupada por preservar la autoridad de la Vulgata como la única fuente de la palabra divina, consideraba las versiones de la Biblia en la lengua nativa de los lectores como una peligrosa amenaza.
Los misioneros, sin embargo, necesitaban que su audiencia entendiera el mensaje. Junto con los sermones, las traducciones nahuas de la Biblia llegarían a ser una poderosa y singular expresión del cristianismo indígena. El libro Epistolae et Evangelia es una recopilación de una selección de pasajes de la Biblia traducidos al náhuatl para lecturas del domingo y días festivos de la iglesia.
Newberry Library: Vault Ayer MS 1467